El panorama de la sanidad en Europa, especialmente en España, está marcado por desafíos estructurales significativos que demandan atención urgente.
Según el informe “Panorama de la salud: Europa” publicado recientemente por la Comisión Europea (CE) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la escasez de personal sanitario y la insuficiente inversión en salud son problemas que amenazan con agudizarse en los próximos años.
Estas dificultades no solo afectan la calidad de los servicios de salud, sino también la sostenibilidad de los sistemas sanitarios de cara al envejecimiento poblacional y al aumento de enfermedades crónicas.
Una crisis de personal sanitario
Europa enfrenta una grave crisis de escasez de profesionales de la salud.
Actualmente, faltan aproximadamente 1,2 millones de médicos, enfermeras y matronas en el continente. Este déficit se agrava por un fenómeno de envejecimiento tanto en la población general como en los propios profesionales de la salud.
Más de un tercio de los médicos y una cuarta parte de las enfermeras se jubilarán en la próxima década, lo que ejerce una presión extra sobre los sistemas sanitarios, atrapados en un “círculo vicioso”, como lo describió Sandra Gallina, directora general de Salud de la Comisión Europea.
La contratación de profesionales sanitarios formados en el extranjero se ha convertido en una solución cada vez más recurrente para los países europeos, pero no está exenta de riesgos.
En 2022, la llegada de médicos extranjeros aumentó un 17% respecto a 2019, mientras que la de enfermeros formados en otros países creció un 72%.
Países como Noruega, Irlanda y Suiza dependen en gran medida de estos profesionales, alcanzando cifras superiores al 40 % en el caso de los médicos, y en Irlanda, más del 50 % de los enfermeros fueron formados fuera.
Sin embargo, esta estrategia puede agravar la falta de personal sanitario en los países de origen, especialmente en aquellos con bajos ingresos que ya enfrentan limitaciones críticas en sus sistemas de salud.
“Más de un tercio de los médicos y una cuarta parte de las enfermeras se jubilarán en la próxima década, lo que ejerce una presión extra sobre los sistemas sanitarios.“
Escasez de personal y envejecimiento
El informe también destaca que España cuenta con uno de los niveles más bajos de enfermeras por habitante en Europa: 6,2 por cada 1.000 habitantes, frente a una media de 8,4 en la UE. Sin embargo, tiene un número de médicos ligeramente superior a la media europea (4,3 por cada 1.000 habitantes).
Este desequilibrio plantea un reto en términos de carga de trabajo y coordinación de los servicios. Además, una proporción significativa de médicos y enfermeros en España supera los 55 años, lo que intensifica la presión sobre el sistema sanitario a medida que estos profesionales se acercan a la jubilación.
Por otro lado, la calidad de vida de los españoles mayores de 65 años plantea interrogantes sobre el sistema de atención a largo plazo.
A pesar de tener una alta esperanza de vida, alrededor del 60 % de este tiempo a partir de los 65 años se vive con problemas de salud. Este escenario anticipa una demanda creciente de cuidados de larga duración, un área en la que España invierte menos que otros países europeos.
Avances tecnológicos: una solución necesaria
Además de la inversión en formación y contratación, el informe subraya la importancia de aprovechar los avances tecnológicos para aumentar la eficiencia del sector sanitario. Gallina destacó el potencial de la inteligencia artificial (IA) y las herramientas digitales como recursos clave para optimizar el desempeño clínico.
Al respecto, un estudio realizado por Vithas en colaboración con Microsoft reveló que la IA es 60 veces más rápida que un profesional humano al revisar informes clínicos, manteniendo niveles de precisión cercanos al 100%.
Esto permitiría liberar a los profesionales de tareas repetitivas y centrarse en labores más complejas, mejorando así la productividad del sector.
“Un estudio realizado por Vithas en colaboración con Microsoft reveló que la IA es 60 veces más rápida que un profesional humano al revisar informes clínicos, manteniendo niveles de precisión cercanos al 100%.”
España y su gasto en sanidad
El caso de España refleja una realidad compleja.
Aunque es el país con mayor esperanza de vida de la Unión Europea (84 años), la inversión en sanidad pública está notablemente por debajo de la media europea.
Según el informe de la OCDE, el gasto per cápita en sanidad en España fue de 2.822 euros en 2022, un 20% menos que la media de la UE (3.533 euros) y casi la mitad de lo que destina Alemania (5.317 euros).
Este nivel de inversión ha crecido más lentamente en la última década en comparación con otros países, incluso durante la pandemia.
En términos del Producto Interior Bruto (PIB), el gasto sanitario en España alcanzó su punto más alto en 2020 con un 10,7%, cayendo al 9,7% en 2022. Esta cifra está por debajo del promedio europeo del 10,4%, con países como Alemania y Francia destinando porcentajes significativamente mayores, del 12,6% y 11,9%, respectivamente.
Un aspecto especialmente crítico es la limitada cobertura pública en ciertos servicios. En España, solo el 74% del gasto sanitario total es cubierto por el sistema público, frente al 81% de la media de la UE.
Esto obliga a los ciudadanos a pagar de su bolsillo una proporción significativa, especialmente en áreas como la atención dental, gafas y audífonos.
En este último caso, el sistema sanitario español apenas cubre el 3% del coste, en comparación con el 37% de media europea y países como Islandia, donde la cobertura alcanza el 82%.
“Según el informe de la OCDE, el gasto per cápita en sanidad en España fue de 2.822 euros en 2022, un 20% menos que la media de la UE (3.533 euros) y casi la mitad de lo que destina Alemania (5.317 euros). “
Retos y propuestas para el futuro
El envejecimiento de la población y la presión sobre los sistemas sanitarios son problemas que no desaparecerán, sino que se intensificarán con el tiempo.
En 2050, se estima que un tercio de la población española tendrá más de 65 años, convirtiendo al país en uno de los más envejecidos de Europa. Esta realidad requiere una planificación estratégica a largo plazo que considere tanto la formación y retención de profesionales sanitarios como una mayor inversión en el sistema público de salud.
Además, es imprescindible avanzar hacia una sanidad más inclusiva, que garantice una cobertura adecuada en áreas clave como la salud dental y los tratamientos oftalmológicos, reduciendo las desigualdades en el acceso a estos servicios esenciales.
La tecnología innovadora, especialmente en el equipamiento hospitalario y sanitario, por su parte, jugará un papel crucial, y su integración efectiva dependerá de la formación adecuada de los profesionales para aprovechar al máximo su potencial.
En definitiva, el sistema sanitario europeo, y en particular el español, enfrenta retos que exigen una respuesta coordinada y multifacética.
La inversión en sanidad, el uso de la innovación tecnológica y la mejora de las condiciones laborales del personal sanitario son pilares fundamentales para garantizar un sistema sostenible y eficaz, capaz de responder a las necesidades de una población cada vez más longeva.
El tiempo apremia, y las decisiones que se tomen hoy determinarán la calidad de la atención médica en las próximas décadas.